miércoles, 5 de septiembre de 2007

El desconocido





W. B. U.

A ese tipo desconocido lo venía mirando desde hacía bastante rato. Estaba justo en frente mío, cuando me fijé en sus detalles y me di cuenta que era un hombre absolutamente extraño para mí. Sin embargo, algo me decía que lo había conocido en algún tiempo. Un tanto envejecido y de pelo cano, se notaba que su energía juvenil se había ido ya hacía bastante tiempo y que me llevaría una delantera de unos quince años. Pensé que debía ser un anónimo oficinista, aplastado lentamente por el peso de la rutina. Su rostro no mostraba más que el abatimiento de una vida sin pretensiones, escurriéndose lentamente, como la miel del esfuerzo derramada sobre la mesa del infame anonimato. Entonces, sonaron los altavoces, se abrieron las puertas del tren y se apareció ante mí la larga escalera que me comunicaba con la transitada calle. Abajo, sólo el zumbido sordo del tren que era tragado por la siempre hambrienta boca del túnel. Arriba, el bullicio, las luces y los rostros desconocidos. Arriba también me esperaban largos listados de clientes y balances que cuadrar, lo que haría rápido, con la vitalidad que siempre me ha caracterizado. Respiré casi sin darme cuenta y avancé arrastrado por una manada de funcionarios tristes. Por suerte la escalera mecánica estaba funcionando.

FIN

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