martes, 19 de enero de 2016

El partido de los pájaros




En el Valle de Quillota
los pájaros se juntaron
y una gran pichanga armaron
para toda la patota,
pugnarían la pelota
luchando con pundonor,
el pájaro más cantor
se fue al centro de la cancha
tal si fuera una avalancha
lo siguieron con honor.

Así me contó Don Lucho
a la sombra de un parrón
con recuerdo cimarrón
toda la historia del chucho,
que con pocazo o con mucho
se convirtió en forajido
al oírse un crujido
se vio el brillo de un puñal
con fuerza descomunal
apenas se oyó un quejido.

El juego se disputó
en la cancha de Rautén,
donde  el mañoso pidén
al vil tordo reclutó,
una apuesta se pactó
para darle fuerza al caso,
partió el fútbol sin retraso,
los tres pillos coludidos,
con el engaño escondido
mientras se abatía el ocaso.

Estaba el chuncho de arquero
y era su rival la loica,
resiste una falta estoica
porque es un buen delantero,
se acerca a romper el cero
con el balón dominado
y el chuncho paralizado
tirita en el rectángulo
se la tiran al ángulo,
el chuncho cae avergonzado.

Preso de una ira punzante
el chuncho blandió el puñal
con fuerza descomunal
se lo clavó por delante
en solo un pequeño instante
brotó la sangre escarlata
manchó ese pecho de plata
los pájaros se alertaron
al chuncho lo denunciaron,
ella quedó turulata.

También llegaron los jueces
cuando se armó el griterío,
en medio del plumerío
lo acusaron por tres veces,
ahora lo esperan que rece,
pero el chuncho se defiende
y a los testigos ofende
implorando apoyo al tordo,
que no piensa hacerse el sordo
y con mentira sorprende.

Pobre loica, reclamaba,
gritando: "con cuchillo fue",
así lo oyó su mercé
el juez que todo anotaba,
mientras el tordo juraba
que había sido un porrazo,
sólo un fuerte chinchorrazo
y sin temor del cadalso
se levanta y jura en falso:
se vuelve negro el pelmazo.

La diuca: "Tres chaucha' y un dié"
"Tres chaucha' y un dié", gritaba
"fue la apuesta", acusaba,
supieron la ordinariez,
el pato exclamó: "Pardiez"
y subió sobre la parra
observó actitud bizarra
porque como un arlequín
¿Han visto a mi tío Agustín?
decía el chincol en la barra.

La tenca con aflicción,
rápida como una ardilla,
grita: "tirilla, tirilla"
también: "corrión, corrión"
buscando una solución,
cerrar el pecho sangrante
de este crimen aberrante,
cometido por el chuncho,
"aprésenlo con el zuncho",
gritaba a voz suplicante.

"Viva el Rey" vociferaba
en pro del Chuncho el pidén,
lo miraban con desdén,
pero el grito no amainaba.
"Viva el rey" se perpetuaba,
en el tranque como un eco,
por todos los recovecos
donde el pidén ramoneaba
y como loco amparaba
ese grosero embeleco.

Dijo el pequén: "Más pa' bajo"
cuando buscaban al tordo,
le gritaban, se hacía el sordo
escondido en el atajo.
"Más pa' bajo, más pa' bajo"
continuaba el griterío
 apareció el señorío
que al tordo al fin atrapó
un testigo reveló:
lo encontraron junto al río.

El queltehue o alcaraván
grita: "te veo, te veo, te veo",
yo pongo en la boca un creo
él no tiene ni un desván,
no le importa el qué dirán,
duerme 'onde cayó la noche
no se las da de fantoche
es por poco un franciscano
un campesino espartano
que no vive en el derroche.

En el campo la codorniz
entre tomates y albahacas
dice: "chancaca, chancaca"
creyendo ser una actriz.
Estando triste o feliz,
en el detalle me alargo,
usa un copete con garbo
ella se pasea con gracia
no necesita acrobacia
la noche espanta el letargo.

El partido'e los pájaros
terminó con escándalo,
atraparon al vándalo
que no era ningún lázaro,
en el ángulo un ácaro
trenzaba su telaraña
con habilidad y maña
cantaba con decisión:
"aquí acaba la canción
de esta aterradora hazaña".

Walton Beltrán Uyevic

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