sábado, 10 de julio de 2010

Rumor a ti...




W. B. U.


El rumor del río
no pudo ser opacado
por la quietud fría de las rocas
y entre cantos de alharacos tricahues,
subí por la humedad eterna
del Estero de La Sombra.

Las piedras albergaban
el paso tenaz del tiempo
y tu terquedad estaba reflejada
en los brillos fósiles del granito
y entre sombras, helechos y canelos
me fui adentrando en el bullicioso silencio.

Una rama de colihue
flotando en el raudal
y el vuelo de un chuncho
me recordó el vaivén
de tus caderas al bailar.
Entonces tus ojos,
nuevamente me desnudaron
y así, liberado,
nadé nuevamente en el hielo
que escurre raudo.

Tu pelo era el musgo
de los viejos roblecillos,
tus pestañas
las acículas rubias de los pinos.

Caminé y caminé
subiendo la quebrada
para escapar de ti,
pero no pude esconderme,
porque nunca estuve solo.

Aún no estoy solo.

Ay, cómo dueles
y cómo estás presente
en la quietud de todos mis paisajes…

martes, 6 de julio de 2010

Palabras...



W. B. U.


Al final quedan las letras,
simples palabras,
intrincadas sintaxis
arrojadas sobre un papel
o tal vez lanzadas al viento,
con furia,
irresponsablemente,
lanzadas a ese mínimo espacio,
a ese mínimo universo
que existió entre los dos…

Al final queda
sólo el resabio del sueño,
los dolores del sabor y el sinsabor…

Al final las letras fraguan a fuego,
incineran las cicatrices de la memoria,
amalgaman los límites,
el calor y el frío extremo de la vida…

Palabras...

Quizás si sólo son analgésicos
de una melancolía
que se pudre lentamente...

Palabras…

Sólo la vibración del aliento
que sale por estos labios
que tarde o temprano
serán carne de gusanos…

Las cicatrices de tu memoria



W. B. U.


Quiero caminar la vida y encontrarte,
depositar la luz de luna en tu piel
saciarme lentamente de tus miedos,
atesorarte con avaricia como miel.

Buscarte como un loco y volver a verte,
indagarte en la absoluta oscuridad
ya no hay argumentos para los miedos,
mis manos te verán a pesar de tu soledad.

Quiero tu boca roja como un manantial de besos
para saciar el seco desierto de mi piel yerta.
Mis torpes caricias pasarán mil veces
enjugando aquella, tu lágrima encubierta.

Te haré el amor con una franqueza tan hiriente
que amenazará la sinceridad de esta historia,
será mi cuerpo absolutamente insolente
para apaciguar las cicatrices de tu memoria…