miércoles, 29 de diciembre de 2010

El Saco







W. B. U.




"Mamá" o "Mañana"..., no se entendió bien, porque -apenas- musitó un sonido ronco, tímido y, a continuación, apoyó la frente contra la tela fuerte del saco que lo contenía. Más que apoyarla, la depositó, como una hoja desprendida sobre el césped, cansado de tanto llorar.




La madrugada cómplice, sorda y muda, no permitió ver a la mujer, enajenada, arrastrando el bulto y encaminándose hacia el Puente del Monje, donde finalmente ejecutó el crimen con el que pretendía resolver impunemente su incapacidad de madre.





FIN

lunes, 27 de diciembre de 2010

Cinco









(Publicado en 1976 en el Diario "La Mañana" de Talca)

W. B. U.





Si tienes la oportunidad de coger una rosa,
no la tomes por su capullo,
tómala por sus espinas, y aprétala con todas tus fuerzas...
sentirás cómo las púas, se adentran por tu epidermis,
¡pero no, no la sueltes! ¡aprétala con todas tus fuerzas!
las espinas romperán la dermis, irrumpirán el nervio
y se clavarán en el hueso
¡pero no la sueltes!
te sangrará la mano y esa sangre soldará esa rosa a ti
y cuando ésta se desvanezca
sentirás que aún la tienes, porque fue tuya
te quedarán las marcas y con ellas la convicción de que fue tuya
cuando las espinas estén clavadas a tus huesos
nadie, absolutamente nadie, te la arrebatará
y será tuya...

...por una eternidad...
...desde el alfa al omega del amor...

Ojos color roble






(Publicado en 1981 en el Periódico "El Observador" de Quillota)





W. B. U.






Busco y busco
mil veces miro, no estás tú...
con la brisa del mar
viene tu recuerdo, agobiante...
y para mí, sólo eres un par de ojos
color roble...

Busco y busco
mil veces llamo, no estás tú...
viene tu imagen
a mi mente, indescifrable...
y sólo quiero ver durante un segundo
ese par de ojos color roble...

Sólo Dios sabe realmente
qué es lo que quiero
yo solamente
busco y busco
mil veces miro
mil veces llamo
y no estás tú...

Me abandono al deseo que tengo de usted






W. B. U.



Me abandono al deseo que tengo de usted.
Su sed es tan frágil que necesita ser saciada
como todas, pero como ninguna, ser amada.
Me entrego, por eso, al desvarío de su sed.

Me entrego a la promesa vertida a espasmos
aunque su promesa anduvo perdida y sola
no seré yo, francamente, ni sotana ni estola
que soporte aquel coro infiel de sarcasmos.

Seré el loco perdido que comete locuras,
ya escribo su nombre en una que otra pared
soy un bruto de amor, no digo finuras.

A veces altanero busco vuestra merced.
Unos días lento y en otros con premura
me abandono al deseo que tengo de usted.

jueves, 16 de diciembre de 2010

¿Qué es la vida, al fin...?




W. B. U.


¿Qué es la vida, al fin, sino este intento perpetuo,
este hurgar ciego y algunas veces atolondrado,
entre los racimos de una realidad sin compasión
en la que buscamos gotas esquivas, lágrimas acaso,
para saciar esta sed permanente de felicidad?

¿Qué es la vida, sino este simulacro doloroso,
este juego torpe y muchas veces ya sentenciado
en un escenario pletórico de fantasmas,
en el que nos enfrentamos al miedo constante,
a un aterrizaje forzoso en la realidad desahuciada?

¿Qué es la vida, sino esta falacia ingenua,
esta imbécil alegoría dependiente de la cuna
en la que te jugaste la suerte de nacer,
y que no termina de condenarte a la desesperanza
mendigando diariamente una sola oportunidad?

¿Qué es la vida, al fin…?

sábado, 11 de diciembre de 2010

Soneto XII







(De una mujer que no se daba cuenta de que era en si misma una heroína)
W. B. U.

Arriesgarte ante una realidad infame y cotidiana,
que te consume como un ocaso ávido de sombras,
enredándote sola en una telaraña que no compras,
hace que te conviertas en una heroína araucana.

No las loas dadas por extraordinarios trabajos,
ni por enfrentarte decidida a titánicos poderes,
que sólo en Hollywood ocurren esos placeres,
tan sólo el resistir frecuentes burlas y agasajos.

Imploras rescate pero aún no te das cuenta,
que desde el despertar y escuchar la diana,
cuando inicias tu viaje hasta la noche cruenta,

eres caminante que resiste, tan sólo humana,
eres romera valiente y eso es lo que cuenta,
convertirte siempre en una heroína cotidiana.

lunes, 15 de noviembre de 2010

En ese verde Edén



W. B. U.


En ese verde edén,
el verde césped se teme bermejecer,
se denegrece, decrece.
El jefe beréber cree tener
el reble cercén de Selene
en el verde césped.
Es desentender. Debe ser en el recel. Fe le excede.
Selene se ve render ensemble en él.
Este exceder depende del deber.
Él se ve hender entre bereberes,
pretende defender este edén.
Entender el heder en él es temer desdenes de Selene.
Se embebe en leche.
En el recel, Selene ve render el peldefebre,
ve crecer el tremer del beréber.
Selene pretende encender el semen en él,
en tres verdes meses.
Selene se ve esplender,
se desprende de “Recé en vez de temer”.
Selene expele: “Me preñé”.

Desde el pesebre, el jefe beréber,
pretende ver el breve lendel en el verde césped.
Pretende crecer en sesén,
vender desde tendel,
redeles, dehender receles,
teme en defender el trecén,
en sesén teme decrecer,
querer extender el verde vergel, le excede.

jueves, 11 de noviembre de 2010

Quiero que llegues...






W. B. U.




Quiero que llegues
como pan,
como un milagro de cada día
en el hambre desesperada
de los bienaventurados.

Pero como no llegas
te sueño,
te sueño soñándome,
como un milagro
como tu pan cotidiano...

sábado, 23 de octubre de 2010

Fingiendo vivir



W. B. U.


Me voy quedando constreñida de vísceras,
muriendo de todo, lentamente, como un ocaso,
agobiante y torpe es esta muerte en vida,
en que no hago nada por seguir viviendo,
ni por morir.

No me golpeó tu desprecio,
sino tu apatía, tu falta de agallas…

Las esperanzas que fui tejiendo como una estola,
como retal de ilusiones que creía nuestras
las desgarraste de un tirón
y se pierden ahora
como gotas de un aceite añejo
que destilan lánguidamente,
tristes pétalos marchitos
que se pierden en las sombras
del recóndito pozo de esta soledad.

No tengo fuerzas para nada,
no puedo siquiera gritar.
Desgarrada quedó mi valentía
y hasta las lágrimas me han traicionado.

Lo único que se me ocurre
es abrir mi pecho
para sacarme de una vez este artefacto,
inoficioso músculo,
a veces altanero,
que late aquí dentro,
con el compás maquinal y austero
de ruedas roncas de tren sureño.
No quiero sentirlo más,
porque los ecos de su pálpito,
me suben a las sienes
y me fustigan,
como látigos hambrientos de esta carne triste.

La certeza de tu abandono no tiene compasión,
me desgarra,
haciéndome sangrar el aliento,
me hace güilas las fibras del anhelo y ya no queda luz.

El mate de la playa,
prometido y soñado hasta el cansancio,
como letanía de esperanzas,
sabrá a olvido y a soledad.
Y este útero ofrecido como patena de aguardos
se contrae ahora como un higo seco en la aridez del desengaño.

Necesito ahora esos besos,
los que te robaba,
esos besos indecentes
mil veces descubiertos en los pliegues de mi piel,
necesito ahora esos besos
para calmar la fiebre de este desgarro.

Pero sigue existiendo este amor maldito,
y este juego infame en el que debo seguir
fingiendo vivir…

lunes, 18 de octubre de 2010

Para atesorarme



W. B. U.


Despiertas recorriendo cada íntimo espacio
de ese cuarto que dejé.
Te sorprenden temblores al recordar,
resabios,
réplicas de noches abutagadas
de mi piel
y cruzas tus piernas
para atesorarme
por un instante,
persuadida de razones,
de inocencias.
Ya no estoy en tu cama,
sólo deambulo entre los intrincados pasillos de tu memoria.
Te peinas con dedos y uñas maltratadas
buscándome entre tus crenchas llenas de noche
y se te escapan nuevamente los quejidos y sollozos
como ecos desesperados
que intentan recuperar aquellas noches de pasión.

domingo, 3 de octubre de 2010

Bendita Fiebre



W. B. U.


Estos cuerpos se calcinan de tanto sol
enclaustrado de sábanas,
perdidos entre la noche,
que nos brindan las oscuras cortinas,
y caminan a tientas, con pasos estremecidos,
desfallecientes...

Resulta bendita esta fiebre que nos arrebuja
como niños malcriados, mimándonos,
entregándonos sus promesas atolondradas
como una epifanía de certezas.

Quiero explorar el calor de tus relieves
en una irresponsable travesía,
sin agua que calme estos ardores que incitan,
sin brújula que insinúe el camino de regreso.

A pesar del riesgo de consumirme
me acerco a ti, despacio,
porque tu bendita piel
vulnera la ímpetu de mis manos
que te encomiendan
a la oquedad de mi pecho ansioso.

jueves, 30 de septiembre de 2010

Las Palomas de la Plaza de Armas


(Este texto obtuvo el 3º lugar en el Concurso de Cuentos del 40º Aniversario del Diario "El Observador" de Quillota, Chile)

W. B. U.

La pequeña niña tenía su cara embadurnada con helado de chocolate. Miraba absorta dos puntos en la Plaza. Apenas unos segundos observaba la pajarera, cuando otros tantos se quedaba mirando el Odeón.

-¿Qué pasa, Antonia?- preguntó la madre.
-¿Por qué están todos esos pajaritos allí dentro?
-Bueno, esos son pajaritos exóticos, que han traído de todas partes del mundo a Quillota y los mantienen allí, para protegerlos, porque en la noche hace mucho frío y se pueden morir- respondió sentenciosa.
Entonces la niña miró al Odeón.
-Y esas palomas, mami, ¿por qué no viven en esta casa?
-Bueno, mi niña, porque no pueden, no ves que le comerían toda la comida a estos pajaritos. En la vida hay quienes viven en casas alimentándose en forma segura, mientras que hay otros que no viven en casas y buscan su comida para vivir. Así es la vida. No hay nada que se le pueda hacer-, dijo respirando hondo tras concluir, satisfecha, el argumento.
-¿Y estos pajaritos de colores tienen la comida segura por vivir en esta jaula, mami?
-Claro, mi niña, y les dan comida y nosotros nos acercamos a la jaula para verlos comer y ver lo bonito que son, ¿no ves?-, terminó la madre, con una sonrisa forzada en los labios.
-¿Y las palomas?
-Bueno… ellas no, ellas deben andar por aquí y por allá, buscando su comida para vivir- sentenció la mujer, mientras intentaba saborear su helado, sin percatarse que su hijita, continuaba mirando una y otra vez a la jaula y al Odeón.

El sol caía diagonal atravesando una tupida pantalla de hojas, que los plátanos orientales habían esparcido formando un cielo verde y oscuro sobre la Plaza.

-Mami….-, la voz apenas se escuchó a causa de las demás risas infantiles.
-Dime hija…
-¿Tú crees que los pajaritos tienen más suerte o las palomas?- preguntó la niña.
-Pero claro que los pajaritos de colores, no ves que tienen casa y comida gratis-, señaló la madre, mostrando una sabiduría que le ponía fáciles las respuestas en su boca.
-Entonces, mami, ¿por qué las palomas parecen más felices que los pajaritos de colores?- preguntó la niña, mientras depositaba unos hermosos ojos verdes en el rostro de su madre.

La mujer carraspeó, se levantó del asiento, y tomando a la niña de la mano, continuó su camino…

-Anda, niña, tómate tu helado, que se nos hace tarde…

FIN

lunes, 27 de septiembre de 2010

Una vez más



W. B. U.

En la soledad del patio, él, un hombre que con inocente esfuerzo se arrimaba al umbral de los 35 años, jugaba, corría y daba vueltas, una y otra vez, siguiendo una órbita heliocéntrica en torno a su hijo autista. Recogía la pelota que le había lanzado cientos de veces para que el pequeño la tomara; sin embargo, el niño continuaba imperturbable, como una estatua de sal, atrapado en un halo de eterna inconsciencia que lo hacía encontrarse muy lejos, dentro de sí. La pelota le golpeaba suavemente el cuerpo, para alejarse dando breves botes, a unos cuantos metros sobre el césped.

Él, podría haber pensado qué sentido tenía todo aquello. Podría haberse dado por vencido. Pero como arrobado por una inconsciencia testaruda, prisionero de una fatalidad gratuita que encontró un buen día, recogía una vez más el balón, para lanzárselo al cuerpo.

Obstinado, quería ganarle al destino, quería vencer la derrota que la realidad le había propinado a los sueños que se había forjado cuando esperaba el nacimiento de la criatura: iba a jugar al fútbol con su primogénito varón, tal como habían jugado con él. Le regalaría una camiseta azul. Esperaba que su hijo golpeara el balón para que él, bajo los tres palos, simulara que su esfuerzo no podía evitar la conquista. Entonces, desde aquel día tendría que comprarle botines con estoperoles y las canilleras de última moda, tal vez llevarlo uno que otro domingo al estadio.

Él le lanzaba la pelota mientras lo estimulaba, pero los vítores rebotaban contra las solitarias y mudas paredes de la propiedad:

-Muy bien, ahora viene corriendo por la punta derecha, burla a uno, a dos, a tres, levanta la cabeza, lo mira mejor ubicado en el centro del área y le lanza el paseeee…-gritaba, jadeando.

Y ahí acababa todo. El eco de sus palabras se ahogaba abruptamente en el sordo pozo de la realidad. Terminaba el ataque de un equipo imaginario estrellándose contra la inclemente realidad de su hijo que sólo atinaba a quedarse de pie y a mirarse los dedos, que movía con extraordinaria habilidad, escribiendo increíbles historias en el aire.

No sabía cómo derrotar esa barrera infranqueable de soledad y aislamiento en la que estaba encerrado su retoño. Nadie podía saberlo, ni la ciencia con todos sus adelantos lo había podido insinuar siquiera, pero él, con una ceguera terca, iba una y otra vez a la carga, como un equipo que debe vencer a una cerrada defensa rival; sin embargo, tenía la llave en su poder sin saberlo siquiera. Lanzaba ya la pelota sin esperanzas, sólo porque debía hacerlo, en la soledad y quebranto de una paternidad malograda, y esa era, precisamente, la llave que liberaría su infortunio, porque continuó empecinado, como gota que orada el granito más duro, lanzando una y otra vez el balón.

-La para de pecho, la controla, se pasa a uno, se pasa al segundo, levanta la cabeza, lanza el pase, se huele el gol… se huele el gol…

Pero avanzaba la tarde y ya la luz adecuada para la práctica del fútbol, se había ido hacía rato, sin que él lo hubiera notado prudentemente. Además, su hijo de tan quieto que estaba en el centro del patio, sobre el césped, absorto, se estaba enfriando y podía coger un catarro.

Él, el padre obcecado, no había perdido la esperanza, sencillamente, porque no la tenía.

Sólo sabía que tenía que ir a la carga una y otra vez, para derrotar el aislamiento de su hijo, para hacer sucumbir esa barrera que, como una pared de piedra lo separaba de la vida común y corriente. Y en vez de haberse convertido en una gran máquina o cíclope que hiciera colapsar de un golpe la dura roca, se había vuelto una pequeña hormiga, testaruda y ciega, que iba silenciosamente, en medio del patio de su casa, mientras se iba la luz del sol, llevándose uno a uno los miles de millones de granos que conformaban esa pared egoísta para hacerla caer.

De pronto, él, el padre pertinaz, creyó ver un breve brillo de conexión en los ojos de su hijo y dificultosamente vio como su silueta, recortada tenuemente contra las sombras del patio, comenzaba a moverse…

En un momento, todo quedó suspendido por los finos hilos de la esperanza, padre e hijo fueron cómplices de una misma realidad. Desde el fondo del patio se elevó furioso un largo grito apagado miles de veces:

-¡Goooooooooooolllll!


FIN

jueves, 23 de septiembre de 2010

El sueño solitario




W. B. U.

Su soledad era tan grande como el pañuelo de seda que le habían regalado para su cumpleaños y ya el vacío casi perpetuo en el que se encontraba desde hacía meses, lo mantenía agobiado. Su conducta social era áspera y de un retraimiento hostil, propio del más cerril de los campesinos.
Sumido en las sombras más profundas de su cansancio, pero motivado por una necesidad tan imperiosa como recóndita, estaba Hernán soñando una vez más en aquella noche. Como víctima de un febril delirio, despertaba una y otra vez y volvía a quedarse dormido para continuar un sueño testarudo y perseverante, en el que un joven trigueño, delgado y de cabellos despreocupados, iba tomando forma y se le aparecía, cada vez más definido, en medio de un sinuoso camino rodeado de jardines.
En su inagotable deseo de compañía, Hernán era puro empecinamiento. Estaba empeñado en utilizar el poder de la palabra para crear de sus sueños a otro ser humano. Para darle vida a quien le acompañaría a ver transcurrir lentamente el calendario. Sólo para él, como un adolescente que descubre la potencia del amor. Su palabra era dicha e imaginada en sueños, perseverante y decidida, tan testaruda como el Obelisco de la Avenida 25 de Mayo. Su palabra era tenaz como un ruego.
Entonces, en el limbo de su conciencia, quería quedarse dormido cuanto antes, dejándose abandonado en el mar oscuro de su soledad, para que lo venciera nuevamente el sueño. Su palabra creadora en forma de ruego, comenzaba a trepar desde una soledad profunda, desde un abismo atlántico, elevándose como letanía encadenada en una rogativa seria y misteriosa. Su invocación monocorde doblegaba la quietud de sus dormidos labios y comenzaba a musitar suavemente el nombre de su creación, un muchacho que sería la compañía idealizada con la cual derrotar su soledad.
Entonces su palabra soñada fuertemente y musitada por unos labios dormidos se convertía en el verbo creador, dando forma a un vacío que intuía y se convertía así en un tímido dios, jugando a la creación.
Pero entonces surgía un ruido impertinente, un fastidioso accidente en el silencioso universo de su pieza y Hernán despertaba, transpirado, ansioso y molesto, incitado por su sublime esfuerzo de crear a un nuevo ser humano que lo acompañaría para siempre, que sería esencialmente fiel consigo mismo y con su soledad infinita. Él sabía que faltaba poco para que su palabra, su verbo creador se hiciera carne, formando con su creación una nueva e intrínseca relación, porque su creatura sería una persona, un otro que lo amaría como él ya intuía amarlo. Y su relación sería un nuevo Espíritu Santo, sería la máxima y plena expresión del amor infinito y veraz entre dos personas, que serían una.
Pero así como faltaba poco para lograrlo, faltaba poco para que llegara el día. Los cielos de Buenos Aires comenzaban a teñirse del grisáceo resplandor que viene desde las más lejanas superficies del Océano y Hernán sintió miedo de no poder lograrlo. Sabía que tenía que empeñarse aún más en su esfuerzo y recurriendo a las últimas fuerzas de una desesperada noche, se obligó a dormir para encontrar inmediatamente a su joven amado tendido en el prado de su jardín. Allí él estaba cómodo y seguro, como nunca, pero esta vez él sabía que no podía despertarse, porque si lo hiciese el alba ya habría llegado y todo su esfuerzo se perdería en el arrollador torrente de la conciencia. No, él no se permitiría despertar. Despertar suponía enfrentarse a una soledad que lo carcomía insensiblemente, por lo que decide acercarse al joven, en medio del jardín y de sus efluvios primaverales.
Él comienza por acariciarle un torso desnudo y corpulento y la sonrisa es correspondida, pero lejos de ese jardín, detrás de los altos abetos comienza a crecer lenta y sostenidamente el ronco y metálico ronronear de un reloj-despertador. Es el trabajo que llama, la oficina que llama, esa realidad abyecta que lo envilece sin compasión y a cada minuto del día es la que lo está llamando, insistentemente, desde la campanilla del despertador. Hernán se desespera y se oculta entre los arbustos de su jardín. Toma de la mano a su joven creación y deja que éste lo cobije con un brazo musculoso y lleno de vigor. Entonces mientras el sonido del despertador pretende destrozar la armonía del jardín, Hernán se entrega a un beso que lo borra todo, se entrega a un beso mágico que vuelve mudo ese maldito ronroneo metálico y por primera vez es feliz, es tan inmensamente feliz que todo ha desaparecido. Han desaparecido las preocupaciones, los miedos. Ha desaparecido el sonido del despertador y su jardín, ha desaparecido su joven compañero y ya solo, cree todavía sentir el vigor del robusto brazo, porque ahora todo es oscuridad y silencio…
El detective corre la cortina del cuarto para dejar entrar la luz, pero es la sonrisa en el rostro del cadáver de Hernán la que ilumina la triste habitación. Está muerto sobre su cama, sin lesiones aparentes atribuibles a terceras personas que explicaran su deceso. Como un presuroso juicio, el detective anotó en su libreta: “como si no hubiese querido despertar” y se fijó en una sutil sonrisa que le había quedado grabada en los labios. Era una sonrisa que daba cuenta de haber encontrado las más absoluta felicidad.


FIN

viernes, 10 de septiembre de 2010

Son las voces



W. B. U.


Son las voces de mis miedos
las que no callan
y perturban, a veces,
el silencio en que llegas
para abrazar mis anhelos.

Son las voces de mis sueños
las que gritan
desde el fondo uterino de tus afanes,
para que entre sonrisas y besos,
vengas a entregarte
como un regalo dulce,
como un postre alcohólico,
que me nubla la razón
y me obliga a la imprudencia,
insensato placer
que me alimenta.

Lo que escucho y no me deja
son las voces de mis deseos,
el rumor de tus pasos
que adivino,
el sabor de tus besos
que presiento…

lunes, 6 de septiembre de 2010

Esta distancia que nos separa




W. B. U.



Esta distancia que nos separa

es tan dolorosa y maldita

porque no es de espacios ni de tiempos

sino de oportunidades,

de falta de coincidencias,

de excesos de rutinas...



Esta distancia que nos separa

son dos vuelos solitarios

que se encaraman por las cumbres de la eficiencia

y nos vamos alejando

en este vacío que congela...



Esta distancia que nos separa

es el silencio que nos niega,

es el cansancio acumulado,

las rabias que no cesan...



Esta distancia no es más

que el simple morir

que insinúa, pero no llega...

viernes, 13 de agosto de 2010

¿Y qué tal si...?



W. B. U.


¿Qué tal si un día te sorprendo
con un beso delicadamente obsceno
y tu respuesta no puede ser otra
que la de entregarte
como una granada,
ofreciendo su dulzor rojo y perfumado,
vencida y anhelante?

¿Y qué tal si un día de estos
unto cada centímetro de tu piel
con las cerezas aromatizadas
de mis besos
y te convierto en un postre delicioso?

¿Y qué tal si luego,
te cuelgo otros besos
y con ellos te regalo una diadema de flores para tu pelo?

¿y si te pinto con mis labios
algunos zarcillos en tus orejas,
y si prendo otros besos,
ya con franca lujuria,
sobre tus sutiles pechos?

¿y si tallo la piel de tu cuello
con mi alborotada lengua
y tú no haces otra cosa
sino ir derritiendo
esa coraza con la que cubres tus anhelos?

¿Y qué tal si te quedara gustando
el sabor libertario de mis besos
y te entusiasmas en la egolatría de saberte diosa?

Entonces también te cubriría de mimos
y desde ese momento en adelante
te vuelves cautiva,
dejas de luchar
y ya casi sin aliento
te rindes,
te entregas satisfecha y vencida…

sábado, 7 de agosto de 2010

Cantata trazada para la A



W. B. U.


(En honor a Rubén Darío, nicaragüense)

Blas la amaba hasta al alba,
la hablaba larga, cada mañana,
allá, a la playa, a la mar,
a la plaza, hasta a la casa.

Ana, la dama más afamada, amaba a Blas,
mas la mamá, la nana, casarla trataban,
armaban plan, hasta hallar gran galán,
cabal, capaz, para apañar plata.

Ana bajaba la cama al aclarar,
andaba las gradas a la plaza
para hallar a Blas.
Allá, faz a faz,
pactaban a la parca
amar Blas a Ana, Ana a Blas,
nada, nada más.

Pasadas albas tras albas
Blas trataba hablar a Marta, la mamá.
Ya abastaban mantas, sábanas, camas,
alhajada la amada casa,
para al altar andar nada faltaba.

Mas la mañana marcada,
Marta halla a Ana abrazada a Blas,
cara a cara,
la araña la faz, tal las gatas arañan.
Blas la ampara, la abraza.
Marta lanza malas palabras
A alta garganta.

Al azar pasan atalayas.
Marta clama: ¡atrapad al canalla!
¡atrapad al rapaz mata damas!

Mañana fatal,
Blas clama, apalabra a atalayas,
mas nada alcanza.
Marta manda a Ana para Santa Clara,
matar a la dama trataba.
Blas, va a la cana.

Ya pasadas largas albas,
Ana amaba más a Blas, tras las barras.
Cada mañana aflacaba más.

Blas, tras la cana balaba gran plan.
Habla a atalaya, da plata,
salta la baranda hasta alcanzar la playa,
salta a la barca para alcanzar La Habana.

Blas clama alas al alcatraz,
lanzada la barca a la ancha mar.
A la mañana, Blas canta a Ana
a alta garganta.
Ana, tras las barras, baja la cama,
alma calmada, llama a la aya,
da las alhajas,
la aya calla.
Ana lanzada, saca aldabas tras aldabas
hasta alcanzar la plaza.

Blas llama a Ana a la playa.
“Amada Ana”, la clama.
Ana avanza a Blas, Blas avanza a Ana.
Ambas almas alcanzan la barca.
La lanzan a la mar,
ya jamás apartarán almas tan blancas…

jueves, 5 de agosto de 2010

Mientras yo me muero de vida


W. B. U.

Como una cabellera negra entre mis dedos
se escurre la noche doliente en que estoy,
este pequeño infierno que me han dado.
Mientras me voy muriendo de vida
mi padre se muere de muerte
y se abandona tranquilamente,
en silencio y expectante,
a una soledad maquillada de sonrisas y de afanes…

En este río de la vida ya no lo veré más,
con su cigarro en los labios
tirando sus anzuelos,
contando minutos y esperando oportunidades,
porque sus días de pesca ya terminan,
ya no le quedan gusanos,
ni ganas para sondear los secretos
de sus recorridos torrentes y raudales,
sólo veo ahora su figura quijotesca,
enjuta y lenta
y que le quedan como únicos propósitos
escapar al dolor
por su fiel camino de los recuerdos…

Y mientras el miedo lo asalte,
seguirá erguido mostrando el pecho,
convertido en el superhéroe
que siempre quiso ser.
Seguirá sonriendo y negando el temor,
enfrentando sus enemigos, como antaño,
con estrategias y juegos de guerra,
que disfrutaba vestido de uniforme.

Mientras me voy muriendo de vida,
en este páramo sombrío
entre miedos que me asaltan cotidianos,
mi padre se muere de muerte
y se abandona, junto a sonrisas simuladas,
mirando eternamente atrás,
contando una y otra vez sus historias,
que le pintan los ojos de éxitos,
historias repetidas una y otra vez,
en el fragor de la fiebre
de la noche interminable
y que, seguramente, seguiré escuchando
cuando ya no esté.

Sus días no son más largos que sus noches
y tan oscuros sus miedos,
que no se atreve a compartir.
Sus temores son un permanente cielo,
oscuro y solitario,
sólo estrellado por las luciérnagas
de sus fieles anécdotas…


sábado, 10 de julio de 2010

Rumor a ti...




W. B. U.


El rumor del río
no pudo ser opacado
por la quietud fría de las rocas
y entre cantos de alharacos tricahues,
subí por la humedad eterna
del Estero de La Sombra.

Las piedras albergaban
el paso tenaz del tiempo
y tu terquedad estaba reflejada
en los brillos fósiles del granito
y entre sombras, helechos y canelos
me fui adentrando en el bullicioso silencio.

Una rama de colihue
flotando en el raudal
y el vuelo de un chuncho
me recordó el vaivén
de tus caderas al bailar.
Entonces tus ojos,
nuevamente me desnudaron
y así, liberado,
nadé nuevamente en el hielo
que escurre raudo.

Tu pelo era el musgo
de los viejos roblecillos,
tus pestañas
las acículas rubias de los pinos.

Caminé y caminé
subiendo la quebrada
para escapar de ti,
pero no pude esconderme,
porque nunca estuve solo.

Aún no estoy solo.

Ay, cómo dueles
y cómo estás presente
en la quietud de todos mis paisajes…

martes, 6 de julio de 2010

Palabras...



W. B. U.


Al final quedan las letras,
simples palabras,
intrincadas sintaxis
arrojadas sobre un papel
o tal vez lanzadas al viento,
con furia,
irresponsablemente,
lanzadas a ese mínimo espacio,
a ese mínimo universo
que existió entre los dos…

Al final queda
sólo el resabio del sueño,
los dolores del sabor y el sinsabor…

Al final las letras fraguan a fuego,
incineran las cicatrices de la memoria,
amalgaman los límites,
el calor y el frío extremo de la vida…

Palabras...

Quizás si sólo son analgésicos
de una melancolía
que se pudre lentamente...

Palabras…

Sólo la vibración del aliento
que sale por estos labios
que tarde o temprano
serán carne de gusanos…

Las cicatrices de tu memoria



W. B. U.


Quiero caminar la vida y encontrarte,
depositar la luz de luna en tu piel
saciarme lentamente de tus miedos,
atesorarte con avaricia como miel.

Buscarte como un loco y volver a verte,
indagarte en la absoluta oscuridad
ya no hay argumentos para los miedos,
mis manos te verán a pesar de tu soledad.

Quiero tu boca roja como un manantial de besos
para saciar el seco desierto de mi piel yerta.
Mis torpes caricias pasarán mil veces
enjugando aquella, tu lágrima encubierta.

Te haré el amor con una franqueza tan hiriente
que amenazará la sinceridad de esta historia,
será mi cuerpo absolutamente insolente
para apaciguar las cicatrices de tu memoria…

jueves, 24 de junio de 2010

El Tejedor



W. B. U.

El silencio cómplice de la madrugada fue roto estruendosamente por las aspas del helicóptero militar. La camanchaca del litoral se metía por la puerta abierta de la nave y apenas permitía identificar los roqueríos de Punta de Fraile, a escasos metros de Horcón, allá abajo, a 200 metros, en el encabritado mar.
La faena se realizaba con mecánica indolencia. Uno a uno, el cabo y el sargento fueron lanzando los sacos con restos óseos, en la seguridad que le daba aquel acto impune y el hecho de haber agregado en cada uno de ellos, un pesado trozo de riel. Era otra orden más que se debía cumplir para defender el honor militar.
El suboficial recordó el momento exacto cuando, 25 años atrás, había detenido a “El Tejedor” en una tildada casa de seguridad. No recordó que se llamaba Emilio Pichilef, ni que era un verdadero prodigio, trenzando las fibras de lana de oveja que hilaba en su huso ancestral. No recordó tampoco, cuando lo torturaba, que Emilio le advirtió entre borbotones de sangre que tarde o temprano se iba a arrepentir.
Cuando el suboficial tomó el último saco, ya con algo de cansancio y molestia, no se dio cuenta que algunas fibras comenzaron a trenzarse en torno a uno de los botones de su chaqueta militar. Tampoco intuyó que se acercaba el momento de enfrentar sus crímenes. Sólo sintió, cuando lo arrojaba con un último envión, que su cuerpo también era jalado fuera del helicóptero y se precipitaba a un vacío silencioso, en el que se escuchaba sólo la advertencia de “El Tejedor”:

-Tarde o temprano…

FIN

sábado, 19 de junio de 2010

Amarte






W. B. U.

Fantasearte, murmurarte, necesitarte,
adivinarte, extrañarte, imaginarte,
ansiarte, invocarte, buscarte,
acecharte, encontrarte, acorralarte, mirarte,
rozarte, hablarte, acosarte,
piropearte,
exacerbarte, abrazarte, impacientarte,
olerte, descubrirte, esculpirte, acariciarte,
soñarte, recorrerte, abalanzarte, juguetearte,
capitanearte, acurrucarte, acostarte,
profanarte,
balancearte, adentrarte, besarte, reclinarte,
iluminarte, adivinarte, desnudarte,
adjetivarte, adorarte, enrojecerte, adueñarte,
levitarte, arquearte, galoparte,
arrimarte, dormirte y despertarte,
calentarte, empujarte, soltarte y tomarte,
sostenerte, cabalgarte, enfriarte,
recalentarte,
corcovearte, acelerarte, comenzarte y terminarte,
reincorporarte, dibujarte, convulsionarte,
conquistarte, acorralarte, cornearte,
crisparte toda…
demorarte y apurarte,
desbordarte y disgregarte,
encandilarte, lengüetearte, escaldarte y acabarte,
entibiarte, escudriñarte,
estallarte,
respirarte y exhalarte, abarcarte, explorarte,
montarte,
extasiarte, mimarte, navegarte,
saborearte, saciarte,
liberarte…
hacerte volar…
amarte,
tantas veces como sea necesario…

sábado, 12 de junio de 2010

Sus ojos, señora



W. B. U.


No intente mentirme, señora,
es imposible,
sus ojos la delatan cuando calla
y me susurran sus ocultos duelos,
me hablan de sus temores callados,
señora,
porque sus ojos no mienten,
nunca han sabido entregar una verdad, por otra.
Me gritan sus ojos y me gritan también sus ansias.

No intente engañarme, señora
eso no le queda bien,
no intente ocultar que le duelen los celos,
que le lastima adivinarme pensado por otra…
Señora, no mienta,
mire que sus ojos la traicionan, la descubren
hasta en sus intenciones más secretas
y queda entregada como una flor…

Sus ojos revelan lo que siente,
señora,
sus ojos declaran su apetito,
la traicionan,
sus ojos la entregan a mis ganas.

Sus ojos, señora,
manifiestan,
gritan lo que usted quiere guardar.
Evidencian lo que usted trata de encubrir,
celosamente,
porque usted quiere eclipsar la evidencia.

Vamos, es hora de que confiese, señora,
lo que ya han confesado sus ojos,
que no soporta la idea
de verme amado.

Vamos, señora,
suelte de una vez,
las riendas de ese amor
que se muere por regalarme…

sábado, 5 de junio de 2010

Demasiado peligro





W. B. U.


Dos soledades que se encuentran,
inesperadamente,
en el tormentoso camino de la costumbre
son demasiado peligro,
demasiada impaciencia contenida en llantos secos
que alientan el deseo imprudente,
son abundante ansiedad reprimida,
torturada en cada pliegue de la piel,
sometiendo a la cordura.

Dos soledades que se encuentran,
inesperadamente,
en el camino turbulento del hábito
son demasiada locura intrépida
salpicando la prudencia,
mortificada por los besos que no llegan,
azuzando al miedo con un silencio amordazado,
haciendo latir al corazón con descaro.

Dos soledades que se encuentran,
inesperadamente,
en la ruta delirante de la rutina
son demasiada incitación,
demasiado apremio loco
para un corazón temeroso de fantasías.

Por eso, quizá, sólo por eso,
te dejo pasar como un cobarde
y los caminos se cruzan
sin saludarse, sin mañanas,
dejando un rastro de begonias marchitas,
con el sabor amargo de lo que pudo ser…

viernes, 4 de junio de 2010

Soneto VIII, Una amante para hacerte el amor con rabia






W. B. U.




Una amante para hacerte el amor con rabia
necesito tener en mi alcoba esta noche
hasta que mis manos descubran en el roce
el calor tuyo, que necesito como savia.

Una amante podría ser un buen remedio
para rechazar la rutina que me ha herido
haciendo que todo lo que yo he vivido
se convierta irremediablemente en tedio.

Mi secreta amante podría ser una sirena
que me encante lánguida a orillas del mar
y escribir de nuevo tu nombre en la arena.

Esta amante podría ser también hechicera
de las palabras y rimas que te hacen soñar,
rapsoda, poeta errante del amor, mensajera.


jueves, 3 de junio de 2010

Tus ojos me salvan



W. B. U.


Tus ojos me salvan de este miedo.
La perpetua profundidad de tu silencio
me acaricia y me acoge,
y me regala un olvido fugaz
como aroma de flores desérticas.

Entonces camino como un sonámbulo
buscando mariposas amarillas
y encuentro tus miradas quietas,
que me salvan,
me salvan aunque no se pueda
curar las llagas de la memoria.

Me salva, también, una y otra vez,
la luna que imagino flotando
en la profundidad oceánica de tus besos.

Me salvan, tus ojos me salvan de este miedo.

sábado, 29 de mayo de 2010

Walking Around III




W. B. U.


Sucede que me canso de que sigas siendo hombre,
payaso infame acostumbrado a pisar, arrasando,
atropellando espacios, institutos, talleres y oficinas
con pasos y voces impunes, con ademanes de conquista
amparado por voces de patriarcado milenario.

Sucede que me canso de tus músculos
y tu falta de cojones, de tus golpes gratuitos
y de los ya tantos femicidios que sumamos,
con vergüenza, este lluvioso 29 de Mayo,
mientras siguen diciéndote, con descaro,
con cinismo amargo, que los hombres no lloran.

Sucede que me canso de que sigas siendo mujer,
espiándote en rincones, descubriéndote en espejos
mil veces condenada a tu condición de útero fértil,
pero perpetuamente apuntada en tu pubis
como si fuera el pecado mismo.

Sucede que me canso de tus vergüenzas ancestrales
y tus rápidas lágrimas gratuitas, colosales,
siempre vertidas para conseguir propósitos
y escapar a tu inculcada pequeñez de hembra,
mientras siguen diciéndote que no te des vuelta de carnero,
que se te verán los calzones, que una niña no hace eso.

Por eso, digo, que sería maravilloso verte caminar,
pidiendo permiso al sol y al aire para dar un paso más,
dándote permiso tú mismo, para llorar cuando tus miedos
te atragantan los racionales argumentos
con los que pretendes dar soluciones y no caricias.

Y sería maravilloso verte abrir tus miedos de par en par
y verte llorar, desbordado en lágrimas tutelares,
sin que ningún imbécil te grite que por eso eres una niñita,
como si ser niñita fuera el error mismo.
Sería maravilloso ver tus lágrimas convertidas en mocos
atorados, como mariposas, entre los gruesos crines de tu bigote.

¡Sácate los miedos que te ocultan,
aféitate tu vanidad de hombre,
desnuda tu condición de hijo de mujer!
Sería maravilloso verte extirpar tu pene
y verte aprender a hacer el amor con tus manos,
con más minutos, con más piel,
con muchísimos más labios y la sombra de tu voz!

Y también sería maravilloso verte alzar tu canto,
romper definitivamente tu silencio lleno de miedo,
y con el fuego de tus sangres mensuales
verte incendiar el yugo de la falda que te pusieron.
¡Sácate los sostenes! ¡Sácate los calzones!
sería maravilloso verte caminar desnuda de temores,
apuntando con tus pezones, a una y otra vereda,
a los responsables de tu postergado vuelo,
para que ya nunca más...

Sucede que me canso de que sigas siendo…

jueves, 20 de mayo de 2010

Apúrate




W. B. U.

Apúrate,
porque se me acaba esta eternidad
que es amarte todavía como un loco,
y ya no queda tiempo,
cuando mi cuerpo agobiado se desgrana,
se deshoja, se desmigaja, poco a poco.

Apúrate,
porque a punto está de romperse
la cama en que nos sacrificamos,
y ya no queda tiempo,
para darnos de mordiscos, babearnos,
asestarnos miradas, besarnos.

Apúrate,
porque se me acaba esta eternidad
en que nos encontramos solos,
y ya no queda tiempo,
para lamernos, gozarnos, amarnos lo último,
porque como muertos nos acabamos.

Apúrate,
porque mi seca piel reclama aún tus labios,
mi rostro marchito, mis cabellos grisáceos,
y ya no queda tiempo,
para mis manos enjutas, mis piernas trémulas,
que dan pasos perdidos por oscuros espacios.

Apúrate,
porque tú tienes, amada mía, lo que he amado
objeto único de mis esponsales,
y ya no queda tiempo,
apúrate,
que las aves de mis manos
quisieran una vez más construir sus nidos
en la loca geografía de tus humedales.

domingo, 9 de mayo de 2010

El Sueño




W. B. U.

Gabriel se levantaba cada día recordando perfectamente lo que había soñado durante la noche anterior. Así venía sucediendo durante los últimos años, lo cual no era, claro está, ningún problema para él. Al contrario, era más bien gracioso, sobre todo si se considera que, luego, le iban ocurriendo una serie de percances durante el día, que hacía que el sueño se fuera materializando completa y fielmente.
Esta suerte de premonición era como un embrujamiento alegre que le ayudó, en último momento, a cambiar de bus en un viaje al exterior, después que recordara que la máquina que soñó volcada e incendiada, tenía una franja azul y roja sobre un fondo platinado, tal como el bus que le abría las puertas para que subiera.
Se vistió de héroe cuando repitió, paso a paso, lo que había soñado y salvó a su jefe después que éste se atragantara con un pequeño trozo de carne en el restaurante. Debió fingir que se sorprendía, cuando en una ceremonia le conferían un importante premio que disputó, palmo a palmo, junto a otros dos colegas.
Sin embargo, desde hace siete días atrás todo ha sido un verdadero infierno para él, porque ha permanecido en vela después que soñara que justo en el momento de dormirse un ataque cardíaco terminaba con sus días.
Gabriel ha consumido una serie de cosas, desde café con bebida cola, hasta bebidas estimulantes. Ha fumado, se ha lavado la cara para no dormir, pero ya anda a los trastabillones. Se vio obligado a consumir drogas mezcladas con café, cuando estaba a punto de dormirse, porque quiere escapar a su designio.
En medio del agobio, Gabriel quiere espantar un dolor lacerante en su espalda y se recuesta para darse alivio. En ese instante, comienza a pensar que su vida ha sido buena. Piensa en sus hijos y se cruza también por su mente, el momento exacto cuando contrajo matrimonio con Sara. Este recuerdo, sin embargo, fue difícil de evocar porque un dolor muy penetrante estaba aguijoneándole el pecho…

FIN

sábado, 10 de abril de 2010

Voy a hacer un pacto con las luciérnagas




W. B. U.

Voy a hacer un pacto con las luciérnagas
para que me salven de ti,
de tus labios de flor
y de este camino oscuro
por el que con miedo voy…

Voy a hacer un pacto con las luciérnagas
para no caminar a tientas,
en medio de la ansiedad,
mientras me muero llorando
apoyado contra los barrotes de tu reja
que se cierra lentamente para mí…

Mi pena palpita aquí en mi pecho,
quiere reventar mis sienes
como ecos de mis pasos tristes,
porque ya de mi memoria
te comenzaste a despedir…

Voy a hacer un pacto con las luciérnagas
para que me salven de ti…

Mi casa es un zoológico



W.B.U.

Hoy me levanté convencido
que mi casa es un zoológico.
Veo animales por doquier.
Para mamá esto es paradójico.

Ella me dice: “pero si eso es sólo
la manga de un abrigo elegante”,
yo lo miro y lo vuelvo a mirar.
Veo en él a un fabuloso elefante…

Entro al baño y en seguida me grita:
“por Dios, no tires la toalla a la tina”
Yo respondo: “no es toalla, mamá.
¿Lo ves?, es una tremenda sardina”.

“Métete de inmediato a la ducha”,
me grita con actitud ferviente
mas no me atrevo, porque bajando
por la pared viene una serpiente.

“¿Qué haces, ahora con el jabón?”,
en la frente se le dibuja una arruga.
No la comprendo, ahora no quiere
que juegue yo con la tortuga.

“Trae acá esa cabeza, la voy a peinar.
Estás chascón” fue su argumento,
Yo me pregunto: si quiere peinarme
¿por qué coge un ciempiés en ese momento?

Luego, en la cocina casi me grita,
en forma totalmente alharaca:
“no te sientes al revés en la silla”.
No ve que voy montando una alpaca.

Al rato reclama: “¡mi sofá gris!,
Te mereces un severo castigo.
No me lo ensucies”, no se da cuenta
que es el rinoceronte, mi amigo.

Ya cansada me manda a la calle a jugar.
Espera que por mucho rato yo no vuelva
Creo que así será, porque ella no sabe
que acá afuera hay una verdadera selva…