miércoles, 28 de diciembre de 2016

De nidos y afanes

Sentado bajo un parrón
Luis Fernández me contaba
cómo un ave elaboraba
su nidito cimarrón,
que enfrentaba el ventarrón
como el más fuerte castillo,
pero de paja y palillo
lo había edificado,
con mucho amor y cuidado,
parecía un canastillo.

Luego dijo muy feliz,
respondiendo con destreza:
“la que tiene en la cabeza
estirada una lombriz
es la bella codorniz,
que no conquista un gran vuelo,
hace su nido en el suelo
formando una sociedad
con más hembras de su edad
que no se baten a duelo”.

¿Son pájaros socialistas?
pregunté con mucha calma
y en el Valle de La Palma
don Luis me entregó la pista:
“más mejor son anarquistas,
porque cubren la huevada
y maduran la parvada,
pero se van aburriendo,
sólo una queda cubriendo
los pollos en la nidada”.

Mientras tanto, muy ufanas,
las pollitas picoteando
y el castizo castigando
a toditas las enanas.
Así se van las semanas
ocultas en los rábanos
como si fueran tábanos.
Mientras yo le preguntaba
el gran viejo contestaba,
de nidos comentábamos.

Me disertó que el chercán,
un pájaro inteligente,
trabajador, diligente,
que parece un huracán,
no necesita edecán
y usando un simple bolsillo
o también un calzoncillo
hace nido de ramitas
las que amarra con plumitas
para hacer su conventillo.

“El colilargo afanoso
hace nidos en las ramas
y aunque le falta la cama
no deja de ser famoso.
es arquitecto virtuoso
y sin conocer diatribas
hace su nido hacia arriba,
con rapidez y tranquilo
en palos de tebo y quilo”,
me dijo, pa’ que lo escriba.

El chercán y colilargo
con su trabajo deshoja
el árbol donde la floja
cuculí vive en letargo
construye su nido amargo
en ramas de limonero
para poner sin esmero
cuatro huevos azulosos
los que empollan presurosos
entre septiembre y enero.

Por otro lado la diuca
hace su nido en la altura
y aún cuando nadie la apura
arma una taza pituca.
No se parece a una ruca
es similar a un pocillo
donde asoma el copetillo,
mientras empolla sus huevos
para comenzar de nuevo
en el firme canastillo.

El mirlo es un fresco’e raja
que aprovecha un nido ajeno,
encuentra uno que esté lleno
y a los huevos da de baja,
se rompen en la borraja,
llega confiada la diuca,
se pone toda pituca
empollando los huevitos
con un cariño bendito
a toditos acurruca.

Como madre sustituta
nuestra diuca se destaca
y no es que sea una maniaca,
es solidaria absoluta,
una reina diminuta
cría polluelos ajenos
entregando amor del bueno
sin que nadie la critique,
no cobra ningún penique
es casi otro nazareno.

Son el tordo y el zorzal
los constructores de barro,
igual que un trompo cucarro
bailan en el lodazal,
para llevar al nidal
todo tipo de pelusas
que no quedan inconclusas,
quedan todas muy pegadas
y con el barro estucadas,
casi tecnología rusa.

No olvidemos al chincol,
ave común y corriente,
que cuida incansablemente
a sus crías con overol,
bajo un inclemente sol
o quizá torrencial lluvia,
saca su martillo y gubia
para tallar su herencia,
no sabe la diferencia
entre una morena y rubia.

La más práctica es la tenca
que escarba en los duros troncos,
provoca un sonido ronco
construyendo un nido penca,
pone en la pequeña cuenca
los huevos de la esperanza
tal como lo hace la gansa
los cuida con disimulo,
mientras yo le manipulo,
al gran don Luis, su confianza.

Continuamos conversando
de las aves y sus nidos,
me encontraba agradecido
de lo que me iba contando.
Don Lucho se fue cansando,
pero yo lo entusiasmaba
y cada cosa anotaba
pa’ que no gane el olvido,
porque al final lo vivido
este viejo valoraba.

Presto, del queltehue dijo,
que hace su nido en la tierra
con una humildad que aterra
y apenas saca dos hijos.
Parece que un dios bendijo
a esas frágiles criaturas,
porque a pesar de lo dura
que es la inclemencia del tiempo,
no sufren más contratiempo
en medio de la verdura.

Entre medio de los pastos
hace su nido la loica,
que vive como una estoica
ave en oculto canasto,
con sus pollos no da abasto,
nunca quedan satisfechos,
siempre es escaso el pertrecho,
su tesón es inspirante,
él siempre está vigilante
con su colorado pecho.

La loica es ave celosa.
Si su nido tú sorprendes,
un vuelo rápido emprende
abandonando forzosa,
tres huevos con pintas rojas,
que librados a su suerte,
aunque esto sea cosa fuerte,
comprenderlo es menester,
aún antes de nacer
ellos hallarán la muerte.

Con esto voy terminando
las memorias de don Luis.
Que nadie me pida un bis,
yo también me estoy cansando,
porque cuesta ir costureando
en la tela del discurso,
cuando no hay muchos recursos
pa’ pegar cada palabra,
es una pega macabra
un complicado concurso.
Walton Beltrán Uyevic
221216

martes, 19 de enero de 2016

El partido de los pájaros




En el Valle de Quillota
los pájaros se juntaron
y una gran pichanga armaron
para toda la patota,
pugnarían la pelota
luchando con pundonor,
el pájaro más cantor
se fue al centro de la cancha
tal si fuera una avalancha
lo siguieron con honor.

Así me contó Don Lucho
a la sombra de un parrón
con recuerdo cimarrón
toda la historia del chucho,
que con pocazo o con mucho
se convirtió en forajido
al oírse un crujido
se vio el brillo de un puñal
con fuerza descomunal
apenas se oyó un quejido.

El juego se disputó
en la cancha de Rautén,
donde  el mañoso pidén
al vil tordo reclutó,
una apuesta se pactó
para darle fuerza al caso,
partió el fútbol sin retraso,
los tres pillos coludidos,
con el engaño escondido
mientras se abatía el ocaso.

Estaba el chuncho de arquero
y era su rival la loica,
resiste una falta estoica
porque es un buen delantero,
se acerca a romper el cero
con el balón dominado
y el chuncho paralizado
tirita en el rectángulo
se la tiran al ángulo,
el chuncho cae avergonzado.

Preso de una ira punzante
el chuncho blandió el puñal
con fuerza descomunal
se lo clavó por delante
en solo un pequeño instante
brotó la sangre escarlata
manchó ese pecho de plata
los pájaros se alertaron
al chuncho lo denunciaron,
ella quedó turulata.

También llegaron los jueces
cuando se armó el griterío,
en medio del plumerío
lo acusaron por tres veces,
ahora lo esperan que rece,
pero el chuncho se defiende
y a los testigos ofende
implorando apoyo al tordo,
que no piensa hacerse el sordo
y con mentira sorprende.

Pobre loica, reclamaba,
gritando: "con cuchillo fue",
así lo oyó su mercé
el juez que todo anotaba,
mientras el tordo juraba
que había sido un porrazo,
sólo un fuerte chinchorrazo
y sin temor del cadalso
se levanta y jura en falso:
se vuelve negro el pelmazo.

La diuca: "Tres chaucha' y un dié"
"Tres chaucha' y un dié", gritaba
"fue la apuesta", acusaba,
supieron la ordinariez,
el pato exclamó: "Pardiez"
y subió sobre la parra
observó actitud bizarra
porque como un arlequín
¿Han visto a mi tío Agustín?
decía el chincol en la barra.

La tenca con aflicción,
rápida como una ardilla,
grita: "tirilla, tirilla"
también: "corrión, corrión"
buscando una solución,
cerrar el pecho sangrante
de este crimen aberrante,
cometido por el chuncho,
"aprésenlo con el zuncho",
gritaba a voz suplicante.

"Viva el Rey" vociferaba
en pro del Chuncho el pidén,
lo miraban con desdén,
pero el grito no amainaba.
"Viva el rey" se perpetuaba,
en el tranque como un eco,
por todos los recovecos
donde el pidén ramoneaba
y como loco amparaba
ese grosero embeleco.

Dijo el pequén: "Más pa' bajo"
cuando buscaban al tordo,
le gritaban, se hacía el sordo
escondido en el atajo.
"Más pa' bajo, más pa' bajo"
continuaba el griterío
 apareció el señorío
que al tordo al fin atrapó
un testigo reveló:
lo encontraron junto al río.

El queltehue o alcaraván
grita: "te veo, te veo, te veo",
yo pongo en la boca un creo
él no tiene ni un desván,
no le importa el qué dirán,
duerme 'onde cayó la noche
no se las da de fantoche
es por poco un franciscano
un campesino espartano
que no vive en el derroche.

En el campo la codorniz
entre tomates y albahacas
dice: "chancaca, chancaca"
creyendo ser una actriz.
Estando triste o feliz,
en el detalle me alargo,
usa un copete con garbo
ella se pasea con gracia
no necesita acrobacia
la noche espanta el letargo.

El partido'e los pájaros
terminó con escándalo,
atraparon al vándalo
que no era ningún lázaro,
en el ángulo un ácaro
trenzaba su telaraña
con habilidad y maña
cantaba con decisión:
"aquí acaba la canción
de esta aterradora hazaña".

Walton Beltrán Uyevic

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