viernes, 13 de agosto de 2010

¿Y qué tal si...?



W. B. U.


¿Qué tal si un día te sorprendo
con un beso delicadamente obsceno
y tu respuesta no puede ser otra
que la de entregarte
como una granada,
ofreciendo su dulzor rojo y perfumado,
vencida y anhelante?

¿Y qué tal si un día de estos
unto cada centímetro de tu piel
con las cerezas aromatizadas
de mis besos
y te convierto en un postre delicioso?

¿Y qué tal si luego,
te cuelgo otros besos
y con ellos te regalo una diadema de flores para tu pelo?

¿y si te pinto con mis labios
algunos zarcillos en tus orejas,
y si prendo otros besos,
ya con franca lujuria,
sobre tus sutiles pechos?

¿y si tallo la piel de tu cuello
con mi alborotada lengua
y tú no haces otra cosa
sino ir derritiendo
esa coraza con la que cubres tus anhelos?

¿Y qué tal si te quedara gustando
el sabor libertario de mis besos
y te entusiasmas en la egolatría de saberte diosa?

Entonces también te cubriría de mimos
y desde ese momento en adelante
te vuelves cautiva,
dejas de luchar
y ya casi sin aliento
te rindes,
te entregas satisfecha y vencida…

sábado, 7 de agosto de 2010

Cantata trazada para la A



W. B. U.


(En honor a Rubén Darío, nicaragüense)

Blas la amaba hasta al alba,
la hablaba larga, cada mañana,
allá, a la playa, a la mar,
a la plaza, hasta a la casa.

Ana, la dama más afamada, amaba a Blas,
mas la mamá, la nana, casarla trataban,
armaban plan, hasta hallar gran galán,
cabal, capaz, para apañar plata.

Ana bajaba la cama al aclarar,
andaba las gradas a la plaza
para hallar a Blas.
Allá, faz a faz,
pactaban a la parca
amar Blas a Ana, Ana a Blas,
nada, nada más.

Pasadas albas tras albas
Blas trataba hablar a Marta, la mamá.
Ya abastaban mantas, sábanas, camas,
alhajada la amada casa,
para al altar andar nada faltaba.

Mas la mañana marcada,
Marta halla a Ana abrazada a Blas,
cara a cara,
la araña la faz, tal las gatas arañan.
Blas la ampara, la abraza.
Marta lanza malas palabras
A alta garganta.

Al azar pasan atalayas.
Marta clama: ¡atrapad al canalla!
¡atrapad al rapaz mata damas!

Mañana fatal,
Blas clama, apalabra a atalayas,
mas nada alcanza.
Marta manda a Ana para Santa Clara,
matar a la dama trataba.
Blas, va a la cana.

Ya pasadas largas albas,
Ana amaba más a Blas, tras las barras.
Cada mañana aflacaba más.

Blas, tras la cana balaba gran plan.
Habla a atalaya, da plata,
salta la baranda hasta alcanzar la playa,
salta a la barca para alcanzar La Habana.

Blas clama alas al alcatraz,
lanzada la barca a la ancha mar.
A la mañana, Blas canta a Ana
a alta garganta.
Ana, tras las barras, baja la cama,
alma calmada, llama a la aya,
da las alhajas,
la aya calla.
Ana lanzada, saca aldabas tras aldabas
hasta alcanzar la plaza.

Blas llama a Ana a la playa.
“Amada Ana”, la clama.
Ana avanza a Blas, Blas avanza a Ana.
Ambas almas alcanzan la barca.
La lanzan a la mar,
ya jamás apartarán almas tan blancas…

jueves, 5 de agosto de 2010

Mientras yo me muero de vida


W. B. U.

Como una cabellera negra entre mis dedos
se escurre la noche doliente en que estoy,
este pequeño infierno que me han dado.
Mientras me voy muriendo de vida
mi padre se muere de muerte
y se abandona tranquilamente,
en silencio y expectante,
a una soledad maquillada de sonrisas y de afanes…

En este río de la vida ya no lo veré más,
con su cigarro en los labios
tirando sus anzuelos,
contando minutos y esperando oportunidades,
porque sus días de pesca ya terminan,
ya no le quedan gusanos,
ni ganas para sondear los secretos
de sus recorridos torrentes y raudales,
sólo veo ahora su figura quijotesca,
enjuta y lenta
y que le quedan como únicos propósitos
escapar al dolor
por su fiel camino de los recuerdos…

Y mientras el miedo lo asalte,
seguirá erguido mostrando el pecho,
convertido en el superhéroe
que siempre quiso ser.
Seguirá sonriendo y negando el temor,
enfrentando sus enemigos, como antaño,
con estrategias y juegos de guerra,
que disfrutaba vestido de uniforme.

Mientras me voy muriendo de vida,
en este páramo sombrío
entre miedos que me asaltan cotidianos,
mi padre se muere de muerte
y se abandona, junto a sonrisas simuladas,
mirando eternamente atrás,
contando una y otra vez sus historias,
que le pintan los ojos de éxitos,
historias repetidas una y otra vez,
en el fragor de la fiebre
de la noche interminable
y que, seguramente, seguiré escuchando
cuando ya no esté.

Sus días no son más largos que sus noches
y tan oscuros sus miedos,
que no se atreve a compartir.
Sus temores son un permanente cielo,
oscuro y solitario,
sólo estrellado por las luciérnagas
de sus fieles anécdotas…