sábado, 25 de octubre de 2014

Dolorosa despedida























Nina se pintó de rojo el pelo
y tatuó dos secretos en su piel.
Ella también, para imitarla...

Nina lloró la pérdida de su abuelo
como su más quejosa nieta fiel.
Ella también, para acompañarla…

Nina subió al camposanto y en su pañuelo
sembró dolorosas lágrimas de miel.
Ella también, para no dejarla.

Nina, como todos, deseaba un consuelo,
el abrazo amante, la caricia, un silencio.
Ella quedó lejos, para no delatarla…

W.B.U.
161014

viernes, 24 de octubre de 2014

Su beso, mi beso...



W.B.U.

Quería ella abrirme con su beso como a una nuez,
pero podría yo terminar siendo una persona distinta,
sufriendo agudo trastorno de mi conciencia sucinta,
opuse resistencia, ya que no puedo ser parte y juez.

Que me ahogase lento en el temporal de su saliva
me suplicaba a gritos, abriendo su boca ardiente
y me daba, me ofrecía un beso loco, inconsciente
y yo besaba ese beso loco de intención copulativa.

Ella se ofrecía y yo la besaba para beberla toda
como si besar fuese una manera única, irrefutable,
para aprender con férreo conocimiento inmutable
lo que son las mujeres y como aman a un rapsoda.

Las mujeres cuando besan lo hacen con el alma,
no con los labios y el beso es siempre uno mismo,
enmendando o reconstruyendo, sin dramatismo,
el amor perdido cada segundo de una vida calma.

El beso, a veces, también es insaciable y hambriento
“yo beso, tú besas, nos besamos” conjugo en presente
y siempre te estaré besando aunque esté de ti ausente,
aunque extravíe yo la cordura, la noción y el aliento.

Dicen que “hay besos que hieren y que calcinan
besos misteriosos que nos arrebatan los sentidos,
que han dejado mil sueños errantes y perdidos”,
besos que unas veces te liberan, otras te incriminan.


Ebrio de trementina y largos besos andaba Pablo,
cantando una canción desesperada y en triste paseo.
En el beso se asfixian las palabras y arde el deseo,
por eso yo ofrezco mis suaves labios, yo no hablo.

Antes de ti no había existido ninguna lengua
que hubiera jugado incansablemente con la mía,
recorriendo mi boca entera, toda mi anatomía,
mis labios cada segundo, ahora, sienten la mengua.

Abrir la boca como si se abriera un mundo entero
es la receta que entonces te entregaba, descomedida,
porque en un beso, de verdad, uno se juega la vida
o puede terminar perdiéndola como un embustero.

Tú ofrecías también la tersura de tu pezón en ristre
y yo riendo lo besaba, lo conquistaba con mi boca,
un poco de tu lengua y de tu aliento pusiste en mi roca,
me declaro el dueño de todos los besos que me diste.

210911