jueves, 3 de enero de 2008

La brisa


W. B. U.


Todos sintieron una pena enorme después del fatal accidente. A Beatriz tuvieron que sedarla para que soportara los tediosos trámites, pero ya está más tranquila, yo estoy ahí para cuidarla.

Ella acostumbra a sentarse junto a la ventana y, mientras acaricia una foto mía, mira hacia la bahía construyendo ilusiones con sus secas lágrimas. Yo la rondo y en algún momento de descuido, como en los primeros años de matrimonio, le soplo en la oreja, para hacerla reír, pero ella parece contrariada, ahora sólo suspira y cierra la ventana.


FIN

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