lunes, 20 de junio de 2011

Todo fue silencio

W. B. U.


Todo fue silencio,
no hablamos ni tú, ni yo, ni la blanca cala,
que se mecía, tímida, en el jardín.
Todo fue silencio.

Antes,
se habían estrechado unas manos satisfechas
y dos cuerpos se habían acostado junto al perfume de las flores,
cuando se despedía el viento del otoño
y se percibían los primeros aromas del We Tripantu.
El rocío de la mañana, bajo sones de aves madrugadoras,
comenzó a borrar las caricias de tus manos en mi piel,
mientras una pifilka silbaba entre las alas de mi sombrero
adormado con las hojas de canelo que tejiste con tus manos.
Todo fue silencio.

El año viejo se quedaba atrás,
y miré donde mirabas
por si podía encontrarme con tu mirada,
pero ya era tarde y lo supimos.
La luna se despedía silenciosamente,
igual que nosotros,
entre la niebla y el vuelo lento de un cóndor,
en un cielo que se apresuraba en aclarar.
Todo fue silencio.

Cuando te vi partir por el camino del cerro
supe que sólo te acompañaba el rumor del viento,
entre verdes coligües, por el sendero que lleva al río,
y que tus lágrimas las enjugó una niebla
bajo las rogativas de un lejano Nguillatún.

Todo fue silencio,
no fue necesario decir más...

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