miércoles, 8 de octubre de 2008

SONETO IV



De cómo la memoria traiciona al olvido
W. B. U.

Buscando en la memoria de tu paso corrompido,
y en los gestos que dejaste tirados en mi cuarto,
encontré por azar tu voz, que me llama: ¡Walton!,
desde el sueño lejano más subterráneo y dolorido.

Me claman con fervor cautivo las palabras viejas
que dijiste un día, antes del agobio venerable,
porque aún duele el tiempo y la partida miserable,
quemando los días que vuelan como mudas quejas.

El mínimo espacio de aquella, mi soledad milenaria,
se convierte en la esperanza silente que te ofrezco.
Ay amor, pero qué lejos de mi fe extraordinaria,

está la esperanza de tenerte otra vez, siempre vivo,
y mis lágrimas se secan lentas mientras yo renazco,
y no te advierto, y te olvido, y te olvido, y te olvido…

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