domingo, 11 de mayo de 2008

Nuestro cuerpos


(En honor a Oliverio Girondo,
poeta argentino nacido a la eternidad en 1967)




Nos buscamos tantas veces, en secreto,
ocultándonos de nosotros mismos,
de nuestros sentimientos…
hasta que nos encontramos en un callejón sin salida
en una trampa del destino,
sin escape.
Tú y yo coincidimos en el mismo espacio, en la misma soledad, en el mismo tiempo…
Recuerdo que tú te desnudaste presurosa
¿o fue mi mano y tu deseo que lo hicieron?
Como haya sido, recuerdo esa imagen y allí están nuestros cuerpos.
Nuestros ojos se encuentran y se miran, se presienten, se desean,
nuestras manos se acarician y se besan, se desnudan,
mi mejilla y la nariz tuya se respiran y se acuestan, se olfatean,
nuestras lenguas se penetran y se chupan, se demudan,
mi pelvis y tus muslos se adormecen, se despiertan, se iluminan,
nuestras nalgas se codician y se palpan, se fascinan,
mi piel y tus dientes se mastican y se gustan, se babean,
nuestros órganos se confunden y se acoplan, se disgregan,
tu aliento y mi jadeo se aletargan y fallecen, se reintegran,
mi pecho y tu espalda se distienden y se enarcan, se menean,
se retuercen y se estiran, se caldean,
nuestras piernas se estrangulan y se aprietan, se estremecen,
se tantean y se juntan, desfallecen,
nuestros besos se repelen y se enervan, se apetecen,
mi boca y tus pechos se acometen y se enlazan, se entrechocan,
tus dedos y mis muslos se agazapan y se apresan, se dislocan,
nuestros latidos se perforan y se incrustan, se acribillan,
se remachan y se injertan, se atornillan,
mis dedos y tu pelo se desmayan y reviven, resplandecen,
mi olor y tu sueño se contemplan y se inflaman, se enloquecen,
mi sexo y tu sexo se derriten y se sueldan, se calcinan,
se desgarran y se muerden, se asesinan,
resucitan y se buscan, se refriegan,
se rehúyen, se evaden, y se entregan…
Nuestros cuerpos quedan allí, perpetuados, agotados,
vinculados para siempre, consumidos,
macilentos, desfallecidos, extenuados de tanto amor…

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