miércoles, 31 de octubre de 2007

En coma


W. B. U.

Comencé a oler ciertos aromas a penicilina y otros intrincados medicamentos. El ruido del trajín hospitalario hacia de consorte a mi largo sueño, pero sabía que tenía que despertar. Las voces que venía oyendo hacía varios días desde la nebulosa en la que me encontraba, me resultaban un poderoso imán que me conectaban con la familia de la cual siempre me sentí responsable. Sentía el dolor lacerante en mis piernas suspendidas por pesados plomos. Cuando abrí mis ojos ella estaba allí, paciente, sentada al borde de mi larga e incierta agonía.

FIN

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