W. B. U.
Entre sus sueños eróticos más celosamente guardados estaba el que le desgarraran la ropa dejándola totalmente desnuda, abandonada, indefensa y sola, en medio de un paisaje oscuro y totalmente desconocido. En sus sueños ella no veía a su violador, sólo veía una mano delgada entre las sombras.
Eso era lo que soñaba siempre, en medio de una soledad cómplice y cuando lo hacía su mano la traicionaba y, agazapándose entre sus ropas, buscaba el calor de su perfumada vulva.
Por fortuna, sin buscarlo, al poco tiempo su sueño se hizo realidad, pero en manos de una mujer.
La gitana venía bamboleando su amplia pollera con su sinuoso caminar, le sonrió y no medió entre ellas ni una sola palabra. Hipnotizada, ella estiró su mano, la que fue leída con fruición y seguridad.
Al cabo de algunos minutos, la gitana se iba con un billete en sus manos, mientras ella quedaba abandonada, indefensa y sola en medio de un paisaje totalmente oscuro y desconocido. La gitana había leído en esos surcos, tres o cuatro verdades y había dejado un alma totalmente desnuda a la vera del camino.
FIN
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