Sentado bajo un parrón
Luis Fernández me contaba
cómo un ave elaboraba
su nidito cimarrón,
que enfrentaba el ventarrón
como el más fuerte castillo,
pero de paja y palillo
lo había edificado,
con mucho amor y cuidado,
parecía un canastillo.
Luego dijo muy feliz,
respondiendo con destreza:
“la que tiene en la cabeza
estirada una lombriz
es la bella codorniz,
que no conquista un gran vuelo,
hace su nido en el suelo
formando una sociedad
con más hembras de su edad
que no se baten a duelo”.
¿Son pájaros socialistas?
pregunté con mucha calma
y en el Valle de La Palma
don Luis me entregó la pista:
“más mejor son anarquistas,
porque cubren la huevada
y maduran la parvada,
pero se van aburriendo,
sólo una queda cubriendo
los pollos en la nidada”.
Mientras tanto, muy ufanas,
las pollitas picoteando
y el castizo castigando
a toditas las enanas.
Así se van las semanas
ocultas en los rábanos
como si fueran tábanos.
Mientras yo le preguntaba
el gran viejo contestaba,
de nidos comentábamos.
Me disertó que el chercán,
un pájaro inteligente,
trabajador, diligente,
que parece un huracán,
no necesita edecán
y usando un simple bolsillo
o también un calzoncillo
hace nido de ramitas
las que amarra con plumitas
para hacer su conventillo.
“El colilargo afanoso
hace nidos en las ramas
y aunque le falta la cama
no deja de ser famoso.
es arquitecto virtuoso
y sin conocer diatribas
hace su nido hacia arriba,
con rapidez y tranquilo
en palos de tebo y quilo”,
me dijo, pa’ que lo escriba.
El chercán y colilargo
con su trabajo deshoja
el árbol donde la floja
cuculí vive en letargo
construye su nido amargo
en ramas de limonero
para poner sin esmero
cuatro huevos azulosos
los que empollan presurosos
entre septiembre y enero.
Por otro lado la diuca
hace su nido en la altura
y aún cuando nadie la apura
arma una taza pituca.
No se parece a una ruca
es similar a un pocillo
donde asoma el copetillo,
mientras empolla sus huevos
para comenzar de nuevo
en el firme canastillo.
El mirlo es un fresco’e raja
que aprovecha un nido ajeno,
encuentra uno que esté lleno
y a los huevos da de baja,
se rompen en la borraja,
llega confiada la diuca,
se pone toda pituca
empollando los huevitos
con un cariño bendito
a toditos acurruca.
Como madre sustituta
nuestra diuca se destaca
y no es que sea una maniaca,
es solidaria absoluta,
una reina diminuta
cría polluelos ajenos
entregando amor del bueno
sin que nadie la critique,
no cobra ningún penique
es casi otro nazareno.
Son el tordo y el zorzal
los constructores de barro,
igual que un trompo cucarro
bailan en el lodazal,
para llevar al nidal
todo tipo de pelusas
que no quedan inconclusas,
quedan todas muy pegadas
y con el barro estucadas,
casi tecnología rusa.
No olvidemos al chincol,
ave común y corriente,
que cuida incansablemente
a sus crías con overol,
bajo un inclemente sol
o quizá torrencial lluvia,
saca su martillo y gubia
para tallar su herencia,
no sabe la diferencia
entre una morena y rubia.
La más práctica es la tenca
que escarba en los duros troncos,
provoca un sonido ronco
construyendo un nido penca,
pone en la pequeña cuenca
los huevos de la esperanza
tal como lo hace la gansa
los cuida con disimulo,
mientras yo le manipulo,
al gran don Luis, su confianza.
Continuamos conversando
de las aves y sus nidos,
me encontraba agradecido
de lo que me iba contando.
Don Lucho se fue cansando,
pero yo lo entusiasmaba
y cada cosa anotaba
pa’ que no gane el olvido,
porque al final lo vivido
este viejo valoraba.
Presto, del queltehue dijo,
que hace su nido en la tierra
con una humildad que aterra
y apenas saca dos hijos.
Parece que un dios bendijo
a esas frágiles criaturas,
porque a pesar de lo dura
que es la inclemencia del tiempo,
no sufren más contratiempo
en medio de la verdura.
Entre medio de los pastos
hace su nido la loica,
que vive como una estoica
ave en oculto canasto,
con sus pollos no da abasto,
nunca quedan satisfechos,
siempre es escaso el pertrecho,
su tesón es inspirante,
él siempre está vigilante
con su colorado pecho.
La loica es ave celosa.
Si su nido tú sorprendes,
un vuelo rápido emprende
abandonando forzosa,
tres huevos con pintas rojas,
que librados a su suerte,
aunque esto sea cosa fuerte,
comprenderlo es menester,
aún antes de nacer
ellos hallarán la muerte.
Con esto voy terminando
las memorias de don Luis.
Que nadie me pida un bis,
yo también me estoy cansando,
porque cuesta ir costureando
en la tela del discurso,
cuando no hay muchos recursos
pa’ pegar cada palabra,
es una pega macabra
un complicado concurso.
Luis Fernández me contaba
cómo un ave elaboraba
su nidito cimarrón,
que enfrentaba el ventarrón
como el más fuerte castillo,
pero de paja y palillo
lo había edificado,
con mucho amor y cuidado,
parecía un canastillo.
Luego dijo muy feliz,
respondiendo con destreza:
“la que tiene en la cabeza
estirada una lombriz
es la bella codorniz,
que no conquista un gran vuelo,
hace su nido en el suelo
formando una sociedad
con más hembras de su edad
que no se baten a duelo”.
¿Son pájaros socialistas?
pregunté con mucha calma
y en el Valle de La Palma
don Luis me entregó la pista:
“más mejor son anarquistas,
porque cubren la huevada
y maduran la parvada,
pero se van aburriendo,
sólo una queda cubriendo
los pollos en la nidada”.
Mientras tanto, muy ufanas,
las pollitas picoteando
y el castizo castigando
a toditas las enanas.
Así se van las semanas
ocultas en los rábanos
como si fueran tábanos.
Mientras yo le preguntaba
el gran viejo contestaba,
de nidos comentábamos.
Me disertó que el chercán,
un pájaro inteligente,
trabajador, diligente,
que parece un huracán,
no necesita edecán
y usando un simple bolsillo
o también un calzoncillo
hace nido de ramitas
las que amarra con plumitas
para hacer su conventillo.
“El colilargo afanoso
hace nidos en las ramas
y aunque le falta la cama
no deja de ser famoso.
es arquitecto virtuoso
y sin conocer diatribas
hace su nido hacia arriba,
con rapidez y tranquilo
en palos de tebo y quilo”,
me dijo, pa’ que lo escriba.
El chercán y colilargo
con su trabajo deshoja
el árbol donde la floja
cuculí vive en letargo
construye su nido amargo
en ramas de limonero
para poner sin esmero
cuatro huevos azulosos
los que empollan presurosos
entre septiembre y enero.
Por otro lado la diuca
hace su nido en la altura
y aún cuando nadie la apura
arma una taza pituca.
No se parece a una ruca
es similar a un pocillo
donde asoma el copetillo,
mientras empolla sus huevos
para comenzar de nuevo
en el firme canastillo.
El mirlo es un fresco’e raja
que aprovecha un nido ajeno,
encuentra uno que esté lleno
y a los huevos da de baja,
se rompen en la borraja,
llega confiada la diuca,
se pone toda pituca
empollando los huevitos
con un cariño bendito
a toditos acurruca.
Como madre sustituta
nuestra diuca se destaca
y no es que sea una maniaca,
es solidaria absoluta,
una reina diminuta
cría polluelos ajenos
entregando amor del bueno
sin que nadie la critique,
no cobra ningún penique
es casi otro nazareno.
Son el tordo y el zorzal
los constructores de barro,
igual que un trompo cucarro
bailan en el lodazal,
para llevar al nidal
todo tipo de pelusas
que no quedan inconclusas,
quedan todas muy pegadas
y con el barro estucadas,
casi tecnología rusa.
No olvidemos al chincol,
ave común y corriente,
que cuida incansablemente
a sus crías con overol,
bajo un inclemente sol
o quizá torrencial lluvia,
saca su martillo y gubia
para tallar su herencia,
no sabe la diferencia
entre una morena y rubia.
La más práctica es la tenca
que escarba en los duros troncos,
provoca un sonido ronco
construyendo un nido penca,
pone en la pequeña cuenca
los huevos de la esperanza
tal como lo hace la gansa
los cuida con disimulo,
mientras yo le manipulo,
al gran don Luis, su confianza.
Continuamos conversando
de las aves y sus nidos,
me encontraba agradecido
de lo que me iba contando.
Don Lucho se fue cansando,
pero yo lo entusiasmaba
y cada cosa anotaba
pa’ que no gane el olvido,
porque al final lo vivido
este viejo valoraba.
Presto, del queltehue dijo,
que hace su nido en la tierra
con una humildad que aterra
y apenas saca dos hijos.
Parece que un dios bendijo
a esas frágiles criaturas,
porque a pesar de lo dura
que es la inclemencia del tiempo,
no sufren más contratiempo
en medio de la verdura.
Entre medio de los pastos
hace su nido la loica,
que vive como una estoica
ave en oculto canasto,
con sus pollos no da abasto,
nunca quedan satisfechos,
siempre es escaso el pertrecho,
su tesón es inspirante,
él siempre está vigilante
con su colorado pecho.
La loica es ave celosa.
Si su nido tú sorprendes,
un vuelo rápido emprende
abandonando forzosa,
tres huevos con pintas rojas,
que librados a su suerte,
aunque esto sea cosa fuerte,
comprenderlo es menester,
aún antes de nacer
ellos hallarán la muerte.
Con esto voy terminando
las memorias de don Luis.
Que nadie me pida un bis,
yo también me estoy cansando,
porque cuesta ir costureando
en la tela del discurso,
cuando no hay muchos recursos
pa’ pegar cada palabra,
es una pega macabra
un complicado concurso.
Walton Beltrán Uyevic
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