sábado, 23 de octubre de 2010

Fingiendo vivir



W. B. U.


Me voy quedando constreñida de vísceras,
muriendo de todo, lentamente, como un ocaso,
agobiante y torpe es esta muerte en vida,
en que no hago nada por seguir viviendo,
ni por morir.

No me golpeó tu desprecio,
sino tu apatía, tu falta de agallas…

Las esperanzas que fui tejiendo como una estola,
como retal de ilusiones que creía nuestras
las desgarraste de un tirón
y se pierden ahora
como gotas de un aceite añejo
que destilan lánguidamente,
tristes pétalos marchitos
que se pierden en las sombras
del recóndito pozo de esta soledad.

No tengo fuerzas para nada,
no puedo siquiera gritar.
Desgarrada quedó mi valentía
y hasta las lágrimas me han traicionado.

Lo único que se me ocurre
es abrir mi pecho
para sacarme de una vez este artefacto,
inoficioso músculo,
a veces altanero,
que late aquí dentro,
con el compás maquinal y austero
de ruedas roncas de tren sureño.
No quiero sentirlo más,
porque los ecos de su pálpito,
me suben a las sienes
y me fustigan,
como látigos hambrientos de esta carne triste.

La certeza de tu abandono no tiene compasión,
me desgarra,
haciéndome sangrar el aliento,
me hace güilas las fibras del anhelo y ya no queda luz.

El mate de la playa,
prometido y soñado hasta el cansancio,
como letanía de esperanzas,
sabrá a olvido y a soledad.
Y este útero ofrecido como patena de aguardos
se contrae ahora como un higo seco en la aridez del desengaño.

Necesito ahora esos besos,
los que te robaba,
esos besos indecentes
mil veces descubiertos en los pliegues de mi piel,
necesito ahora esos besos
para calmar la fiebre de este desgarro.

Pero sigue existiendo este amor maldito,
y este juego infame en el que debo seguir
fingiendo vivir…

lunes, 18 de octubre de 2010

Para atesorarme



W. B. U.


Despiertas recorriendo cada íntimo espacio
de ese cuarto que dejé.
Te sorprenden temblores al recordar,
resabios,
réplicas de noches abutagadas
de mi piel
y cruzas tus piernas
para atesorarme
por un instante,
persuadida de razones,
de inocencias.
Ya no estoy en tu cama,
sólo deambulo entre los intrincados pasillos de tu memoria.
Te peinas con dedos y uñas maltratadas
buscándome entre tus crenchas llenas de noche
y se te escapan nuevamente los quejidos y sollozos
como ecos desesperados
que intentan recuperar aquellas noches de pasión.

domingo, 3 de octubre de 2010

Bendita Fiebre



W. B. U.


Estos cuerpos se calcinan de tanto sol
enclaustrado de sábanas,
perdidos entre la noche,
que nos brindan las oscuras cortinas,
y caminan a tientas, con pasos estremecidos,
desfallecientes...

Resulta bendita esta fiebre que nos arrebuja
como niños malcriados, mimándonos,
entregándonos sus promesas atolondradas
como una epifanía de certezas.

Quiero explorar el calor de tus relieves
en una irresponsable travesía,
sin agua que calme estos ardores que incitan,
sin brújula que insinúe el camino de regreso.

A pesar del riesgo de consumirme
me acerco a ti, despacio,
porque tu bendita piel
vulnera la ímpetu de mis manos
que te encomiendan
a la oquedad de mi pecho ansioso.